martes, 15 de diciembre de 2009

La Felicidad

Vivimos empeñados en lograr la máxima felicidad.

Siempre queremos más, y más, y más... idealizamos las cosas y luego nos llevamos una decepción cuando no son tan perfectas como imaginábamos. Nos enfadamos si una cosa sale de una manera y no de la que nosotros queríamos. Disfrutamos menos la vida y desperdiciamos cosas y momentos por el simple hecho de que no están sobrevalorados.

La felicidad no está en tener mucho dinero, ni en comprarte mucha ropa, ni en hacer muchas cosas ni conocer mucha gente, la felicidad no tiene porque encontrarse en la relación perfecta, ni en tratar de buscar nuestra media naranja, ni en levantarte todas las mañanas con un desconocido al lado que creemos que es la persona que queremos. La felicidad está en cosas tan simples como pasar una tarde con los amigos sin hacer nada más que reírnos, o está en ver un programa de televisión que ni si quiera te interesa con la persona que más quieres, o el simple hecho de estar callado en un sofá notando que unos brazos te rodean. Estar en una piscina tan pequeña que solo caben dos cuerpos y reír, reír hasta que el sol se esconda y no ilumine la terraza donde dos personas están sintiendo amor al mismo tiempo.

No importa lo que hagas... al fin y al cabo quienes hacemos especiales las cosas, somos las personas. Y quitamos importancia a pequeñas alegrías, por lograr la gran felicidad. Qué error.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta esa manera de ver las cosas. Yo que me considero un tipo feliz, se lo dificil que es serlo. Lo mas complicado es que te dejen serlo . Petonetes crack

Ovi dijo...

El anónimo soy yo, Ovi - Hombre ja ja

Jesús Zapatero dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que la felicidad no es un fin sino el ceseo de serlo.
Si gozamos con el camino en lugar de esperar todo el premio al final, descubririamos muchas de las cosas bellas que hay en el camino.
Eres la mejó....

Victoria dijo...

No hay felicidad grande ni pequeña, ni eterna, ni duradera, Ainhoa. Sólo aquellos momentos en los que te sientes agradecida de estar viva. Pero esos momentos hay que valorarlos, compartirlos con aquellos que tienen un hueco en tu corazón y exprimir hasta la última gota, para que sean felices contigo.
Te quiero, pequeña.